Carmelita 2020 |
Después de aquella tarde de fiestas patronales y fútbol femenino, transcurrieron cerca de 8 años, para presenciar en vivo el que sería mi primer juego de liga en la primera división femenina.
Escrito por: FanTico
Aunque, durante ese tiempo, estuve presente en otros juegos amistosos de fiestas patronales y logré ver algunas transmisiones de fútbol por canal 42, esto claro en verano, tiempo en el que dicho canal se dejaba ver, ya que invierno no tenía señal en mi zona.
Laura Sánchez |
Sin recordar bien cómo fue, una mañana de domingo llegué a la Plaza El Carmen de Alajuela, a ver ese mi primer juego de primera división entre Carmelita y un rival que si mal no preciso, pudo ser Puntarenas. En ese momento no conocía a ninguna de las jugadoras, pero escuchaba en las gradas los gritos de aliento de la afición Carmela: ¡Vamos Marta!, ¡Buena Karol!, ¡Suya "Michi"!.
Como lo dije, no las conocía en ese momento, pero en aquel Carmelita jugaban Melissa Rojas, Karol Segura, Eileen Barrantes, Dayanna Acosta, Jimena Rojas, Karla Soto, Yendry Cambronero, Elieth Artavia, Marta Chávez y otras como una jovencita bastante esforzada llamada Laura Sánchez. En el banquillo llamaba la atención la presencia de una señora de apellido Salas, Mercedes Salas.
Fue una temporada bonita, en donde viví la experiencia de ser aficionado de un equipo de fútbol femenino, algo que ya traía conmigo, desde tiempos de escuela cuando jugábamos hombres y mujeres; era donde los compañeros animábamos a las muchachas a jugar, pese a que en ese tiempo no era nada común.
Me convertí por esas cosas del destino, también en amigo de una de las jugadoras, aunque a veces pienso que quizás solo fui su fan. Pero más allá de esa amistad, al menos por un año fui aficionado del equipo verdolaga y hasta soñaba con tener la camiseta del equipo Carmelo. Mi afinidad por el club tampoco era tan extraña, ya que el barrio El Carmen fue durante décadas, el lugar de residencia de mis abuelos maternos, de hecho yo ya había jugado con mi primo en los marcos de esa plaza, aunque en honor a la verdad, siempre preferimos las mejengas en la calle de lastre junto a la línea del tren.
Pese a que no faltó el día en el que confundí los horarios del partido o que tras el primer tiempo se terminaba suspendiendo por la inundación del campo; puedo decir que fue una buena temporada. Y es que no fue un mal torneo para El Carmen, ganaba sin muchos problemas a la mayoría de los rivales, aunque no le alcanzaba contra rivales de mayor jerarquía como Desamparados.
A título personal si debo reconocer que fue una temporada de contrastes, por un lado la emoción en las gradas y la identificación con el club, pero por el otro las frustraciones en el café internet, puesto que la amistad con la muchacha del equipo, terminó siendo del tipo virtual o “cyberamigos” que llamaban por esa época.
Y es aquí donde vengo a contarles una intimidad. Creo que después de todo si fuimos amigos, ella si llegó a saludarme del campo a la grada, aunque nunca supo que ella también me gustaba, lo que fue difícil de manejar para mí, siempre fui tímido, solitario y con muy poca habilidad para la vida social.
Pero de regreso a las gradas, y para no hacer el cuento muy largo, ni revelar más intimidades, mi año como aficionado de Carmelita terminaría de la forma más inesperada posible. Cuando en el último juego de la temporada, con las gradas repletas de la efusiva afición visitante y en el campo el prestigioso equipo de Desamparados, me dejé llevar por la emoción y por una vez en la vida celebré un gol del equipo rival.
Si bien pudo ser vergonzoso desteñirme de esa manera, en mi defensa solo puedo argumentar, que fue un remate desde fuera del área potente y por arriba, además de bien ubicado, que fue imposible para nuestra arquera. Y que mientras las gradas cimbraban con los saltos de la afición desamparadeña, en el terreno de juego Jacqueline Álvarez celebraba su anotación como solo ella lo sabía hacer.
Minutos después con el silbatazo final, terminaba la temporada para El Carmen, y "Desampa" se clasificaba para instancias finales. Mientras yo dejando de lado mi habitual timidez, me atreví a llamar a Jacqueline, quién tras ubicarme con la mirada y para mi sorpresa, corrió los 25 metros de distancia y tras mi pedido en aquella libreta, que yo solía llevar al café internet, terminó escribiendo junto al número y la firma de mi amiga y jugadora favorita, su autógrafo Jacky CR #17...Shirley Cruz
Vale decir que la de Jacqueline, no sería la única nueva firma que me llevaría ese día a casa, a la salida del área de graderías de la Plaza El Carmen, varias personas rodeaban a una jovencita de gran habilidad, que por aquellos días ya empezaba a gozar del reconocimiento de la afición del fútbol femenino, su nombre Shirley Cruz.
Para el año siguiente, Carmelita ya no estaría más en primera división, y mi jugadora favorita y “cyberamiga” también se marcharía. Si bien seguiría en contacto con ella por un tiempo más y en plan de entera amistad, el año siguiente llegaría a Alajuela, el que podría decir, fue el gran amor que el fútbol femenino tenía predestinado para mí...
Pero eso, también se los contaré en la siguiente entrega.
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