Captura: Trailer película |
Norman J. Bridwell, autor y dibujante nacido en 1928, logró consolidarse como una figura literaria importante en escritos para
niños, siendo su más grande logro el gran perro colorado de nombre Clifford y las aventuras que éste tiene con su amiga fiel, la niña Emilia Isabel. Desde su primer publicación a principios de la década de los 60s y a la fecha, este canino forma parte de la cultura popular de varias generaciones.
A casi seis décadas de abrirse paso a ladridos y cariños además de conseguir una serie animada en el año 2000 que duró 2 temporadas, así como un reinicio de la historia que mostraba los días como cachorro de este enorme perro rojo del 2003 al 2006, Clifford llega por fin a una pantalla que se adecua al tamaño de sus aventuras y de la mascota misma gracias a Paramount Pictures en una cinta dirigida por Walt Becker e inspirada libremente en los cuentos de Bridwell.
Becker, quien ya tiene experiencia en la comedia desde el 2002 al dirigir a Ryan Reynolds en la ópera prima Una Fiesta Salvaje (National Lampoon’s Van Wilder) así como en otras temáticas más familiares como Alvin y las Ardillas: Aventura sobre Ruedas (2015), esta vez nos narra el encuentro de Emily (Darby Camp) con este perro rojizo y huérfano que crece a proporciones enormes debido al amor que le tiene. Esto meterá en problemas a la jovencita y a su tío Casey (Jack Whitehall), que de repente tendrán que luchar por el bienestar del enorme y tierno Clifford.
En su aventura, el barrio de Harlem en el que Emily y su perro viven, se volverá una comunidad que buscará proteger al canino a como dé lugar. Curiosamente, gran parte de este poblado es interpretado por comediantes como Russell Peters, Horatio Sanz y Paul Rodríguez, entre otras personalidades que ayudan a mantener el humor a veces inocente y otras veces más adulto del filme. Esto, aunado a las peripecias que la jovencita y su tío tienen alrededor de Clifford ayudan a que el filme mantenga cierto interés en chicos y grandes mas allá del desequilibrio que a veces se siente en su tono.
Captura: Trailer Clifford |
Los efectos especiales del canino protagonista han dado mucho de que hablar pues se critica la falta de realismo en el mismo. Sin embargo, es algo que funciona para la fantasía infantil del relato mas allá de que hay un par de secuencias en las que si se ve todo tremendamente falso. A pesar de ello, esto no afecta a que Clifford encuentre el camino de la empatía con la audiencia familiar, a la que va dirigida.
La química entre este canino enorme y su protagonista es bastante buena. No así el villano de la cinta que resulta un estereotipo simplón carente de un desarrollo, completamente plano y cuya existencia es muy olvidable. Es justo en esa parte del relato donde Clifford el Gran Perro Rojo cojea, pues literalmente las adversidades a las que se enfrenta son tan simples que no tienen más importancia que el mostrarnos más de este perrito y su dueña.
Sin embargo, algo que sí es de aplaudir es que a pesar de estos dilemas argumentales, la película funciona al mantener en pie la química de ambos protagonistas que en el camino van aprendiendo lecciones interesantes como que no importa que tan diferente seas, eso es lo que hace único a uno e incluso el poder de la unión y la comunidad que puede ser más fuerte que cualquier otro interés corporativo, así como los clásicos valores familiares que la saga de libros de Scholastic destaca.
Aunado a ello, es aplaudible que la historia le brinde homenaje a su autor en un personaje secundario, el narrador de este relato llamado Bridwell en alusión clara al creador de la saga de Clifford, que derrocha humor y carisma gracias a la presencia que le da el veterano comediante egresado de Monty Python, John Cleese.
Así, Clifford el Gran Perro Rojo llega en un tiempo adecuado como lo es la época navideña para recordarnos la importancia que la magia a veces tiene en este mundo que ha carecido de la misma por un buen rato, sin dejar de lado un mensaje a favor del buen trato y cuidado de las mascotas no sólo dentro de la historia misma sino uniéndose a buenas causas como la recopilación de comida para perros abandonados que viven en albergues, haciendo eco en que a veces solo necesitamos un poco de amor por dar y una pequeña gran mascota para recibirlo y así, vivir grandes aventuras que pueden ser del tamaño de una ciudad entera.
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